22 sept 2014

БАЛАДА - BALADA





Аз вярвах, че ще променим живота.

И не мога да го изоставя.
Беше тук сърцето ми. Бях тук.
Бях тук. В немигащия поглед на туптящата вселена.
Бях тук. И всяка бръчица, и ъгълчетата на устните ти свити
ми принадлежаха,
ръцете ти, които ме обгръщаха на съмване,
и другаде се будех
с твоята глава върху гръдта ми.
Бях тук. И всеки земен трус, и всяка пъпка, всеки квазер,
всяко неутрино, и всеки ембрион, и всяка песен,
всяко дете, неискащо да знае,
крилото и подлецът, и неведомото, и глупакът, мъжът,
жената, старецът, задавен в свойто име, водата,
падаща и вдигаща ни в небесата,
и миналото, бъдещето – мои
бяха.
А също изворът, там, в гърлото на птицата
поръждавяла от безкрая.

Бях тук. И вярвах във живота, който се стреми към другия.
Аз вярвах. Беше тук сърцето ми. Не мога да забравя.

Големоока, детсковерна,

безпощадна.



Estaba convencida yo, cambiaríamos la vida.

Y no puedo hoy abandonarla.
Aquí mi corazón estuvo. Yo aquí estuve.
Aquí. En la mirada sin parpadear del Universo.
Y cada arruguita en su frente, las comisuras de sus labios sellados
una a una me pertenecían,
sus brazos, que me estrechaban en el alba
y despertaba yo en otra parte
con su cabeza descansando en mi pecho.
Aquí estaba. Cada terremoto, flor y cuasar
o neutrino, embrión, poema
y cada niño que saber no quiere,
el ala, el infame, lo ignoto y el estúpido, el hombre,
la mujer, el anciano, en su nombre ahogado, el agua que cae
y eleva el cielo,
y el pasado, el futuro,
todo, todo me pertenecía,
el rápido manantial en la garganta de la tórtola
por tanto infinito oxidado.

Aquí estaba. Y creía en la vida que hacia otro ser solea.
Creía yo. Mi corazón aquí estaba. Y no puedo olvidar. No, no puedo.

Ojazos infinitos, alma crédula

e implacable.




Zhivka Baltadzhieva




4 sept 2014

Desencadenado





Tengo las manos atadas al fondo de la tierra,
las rodillas hincadas en el hierro fragmentado,
los ojos dados vuelta hacia el útero de la conciencia,
donde son grilleros los dioses de las moscas.
Por la sangre soy condenado,
porque creo en la carne,
en el puro hueso creo.
Esa existencia (que da de comer a rebaños de árboles,
que siembra pájaros en la roca, que cabalga en los rayos)
es la que evoco.
Pero evoco también la condena,
y quien cree en ella cree en la culpa,
y quien cree en la culpa cree en los hombres,
como los dioses de los ignorantes. Por la creencia somos creados.
Sé que no volveré a ser, que laberintos castigados y espejos liberados
sesgarán el torso de mi memoria,
pero, aún atado al vientre terrenal, aún sometido a la fusta de agua,
aprieto entre mis dedos rotos esto que soy,
me doblo, retumbo, me quiebro,
y en un berreo gutural destierro mi alma

de la ofrenda que se le da a los ojos que abren en primavera.




Iván Rusch




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