17 may 2015

New York. Oficina y denuncia


Debajo de las multiplicaciones                                                                      A Santiago Perednik
hay una gota de sangre de pato.
Debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero.
Debajo de las sumas, un río de sangre tierna;
un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento o brisa
en el alba mentida de New York.
Existen las montañas, lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría,
lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
He venido para ver la turbia sangre,
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra.
Todos los días se matan en New York
cuatro millones de patos,
cinco millones de cerdos,
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes.
un millón de vacas,
un millón de corderos
y dos millones de gallos
que dejan los cielos hechos añicos.
Más vale sollozár afilando la navaja
o asesinar a los perros en las alucinantes cacerías
que resistir en la madrugada
los interminables trenes de leche,
los interminables trenes de sangre,
y los trenes de rosas maniatadas
por los comerciantes de perfumes.
Los patos y las palomas
y los cerdos y los corderos
ponen sus gotas de sangre
debajo de las multiplicaclones;
y los terribles alaridos de las vacas estrujadas
llenan de dolor el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.
Yo denuncio a toda la gente
que ignora la otra mitad,
la mitad irredimible
que levanta sus montes de cemento
donde laten los corazones
de los animalitos que se olvidan
y donde caeremos todos
en la última fiesta de los taladros
Os escupo en la cara.
La otra mitad me escucha
devorando, cantando, volando en su pureza
como los niños de las porterías
que llevan frágIles palitos
a los huecos donde se oxidan
las antenas de los insectos.
No es el infierno, es la calle.
No es la muerte, es la tienda de frutas.
Hay un mundo de ríos quebrados y distancias inasibles
en la patita de ese gato quebrada por el automóvil,
y yo oigo el canto de la lombriz
en el corazón de muchas niñas.
Óxido, fermento, tierra estremecida.
Tierra tú mismo que nadas por los números de la oficina.
¿Qué voy a hacer, ordenar los paisajes?
¿Ordenar los amores que luego son fotografías,
que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre?
No, no; yo denuncio,
yo denuncio la conjura
de estas desiertas oficinas
que no radian las agonías,
que borran los programas de la selva,
y me ofrezco a ser comido por las vacas estrujadas
cuando sus gritos llenan el valle
donde el Hudson se emborracba con aceite.



Federico García Lorca



Autoretrato en Nueva York
Federico García Lorca

5 may 2015

principios de mayo



                                                                  a Iván Rusch

Guarda,
guarda el tiempo entre las hojas,
guarda profundo,
interior,
una luz en la alegría,
los amarillos brotes del otoño,
las briznas olvidadas
del verano.


Llegan las hojas
sobrevolando los pensamientos,
mira cómo crece en la mirada
y se amplía
al infinito.


La calle,
mira,
la algarabía de una estación
en nacimiento.
Deja penetrar la sensación del sueño
girando,
que avance, 
llene de sol
un alma de poemas.


Cómo integra tu ser
el paisaje de que somos parte,
guarda,
deja llegar la tibieza del otoño,
cómo crece
en lo profundo,
se hace luz.




Sandra Figueroa






1 may 2015

Enigmática



Sus piernecitas escuálidas como palillos

Sus piececitos postrados en la hierba

Miles de azules florecillas microscópicas le marcan el pasaje

Apenas una criatura tarareando Requiem For A Dream

Copos de nieve violetas en turbia noche de verano



Escondidos entre el follaje los duendes no la pierden de vista

Entonces

La niña se torna invisible

Se eleva

Desaparece con una sonrisa torcida e incoherente




Relumbrante silueta volátil de excursión por el mundo profano.





Liliana Hayat