Yo tenía
un poema.
No sé si podía escribirlo,
No sé si podía escribirlo,
tenía un poema.
Caminando
por las calles de Constitución; sin campanadas,
pateando botellas vacías de plástico,
como flores diseminadas
por los
jardines de las calles de Constitución.
Tomamos vino tinto, comimos, bebimos,
no habían
palabras, sólo un poema.
Ella
decía: “No quiero morir sin acordarme."
¿Es que
no irá por el Hades, el eterno río
Leteo?
El decía:
“Quiero morir en otro.” En otro.
Ella
dijo: “Es posible un nosotros”.
No dijo yo o tú, sino nosotros.
No dijo yo o tú, sino nosotros.
Luego
Alejandra, esa delicada urgencia del
rocío.
La que
tenía sólo un yo, fatídico, visor, ultravisor,
cósmico, invisible en sustancia material.
cósmico, invisible en sustancia material.
Yo no tenía ni yo.
Volví
pateando botellas de plástico vacías
por los jardines de Constitución.
por los jardines de Constitución.
¿Acaso es posible salir de la soledad?
¿Acaso es posible hacer un poema de la palabra oscura?
Allí donde no había ni cabía un cuerpo, sino un silencio.
¿Acaso es posible hacer un poema de la palabra oscura?
Allí donde no había ni cabía un cuerpo, sino un silencio.
Un
silencio entre las calles de Constitución.
Sandra Figueroa