Enérico Balbino Alonso.
No lo conozco personalmente. Pero sé de su vida. Tiene 88 años, recién cumplidos. Y acaba de publicar su primer libro. Lo subió a Internet, porque tiene un ejemplar que le hizo un amigo por 2017. Ningún político, ni plan se lo subvencionó. Como suele ocurrir. Seguro él tampoco lo hubiera permitido. Ojalá, quien, valorando la historia de nuestros pueblos, tomase la iniciativa. Porque es un libro biográfico, su historia en la Patagonia. Y hablar de la Patagonia, es hablar de todos, de nuestra historia común. Desde la huelga del 21 en Calafate, los inicios, el campo, el frío, las nevadas, los inviernos, las rutas infinitas. Su historia es nuestra historia.Me admira profundamente que Enérico escribe y cuenta su vida, con un respeto por el otro, por el paisaje, la naturaleza, que apenas he oído alguna vez.Su voz lleva esa inocencia de la escuela primaria, de los recreos, de los primeros trabajos, de la alegría, del amor.Y el respeto con que cuenta con lujo de detalles cada anécdota, habla del profundo afecto con que ha vivido y transita la vida.Ojalá se convirtiera en libro físico para poder leerlo: sus anécdotas, sus vivencias, conforman nuestra historia. Esta pandemia logró que nos reuniéramos a escucharlo, y a aplaudir su humildad de entregarlo por páginas, pero con la valentía de quien ha vivido y deja huella en su escritura, de sus valores, de su tiempo, de su íntegra palabra.Un ejemplo.Gracias, Enérico.
No lo conozco personalmente. Pero sé de su vida. Tiene 88 años, recién cumplidos. Y acaba de publicar su primer libro.
Lo subió a Internet, porque tiene un ejemplar que le hizo un amigo por 2017. Ningún político, ni plan se lo subvencionó. Como suele ocurrir. Seguro él tampoco lo hubiera permitido.
Ojalá, quien, valorando la historia de nuestros pueblos, tomase la iniciativa.
Porque es un libro biográfico, su historia en la Patagonia.
Y hablar de la Patagonia, es hablar de todos, de nuestra historia común.
Desde la huelga del 21 en Calafate, los inicios, el campo, el frío, las nevadas, los inviernos, las rutas infinitas. Su historia es nuestra historia.
Me admira profundamente que Enérico escribe y cuenta su vida, con un respeto por el otro, por el paisaje, la naturaleza, que apenas he oído alguna vez.
Su voz lleva esa inocencia de la escuela primaria, de los recreos, de los primeros trabajos, de la alegría, del amor.
Y el respeto con que cuenta con lujo de detalles cada anécdota, habla del profundo afecto con que ha vivido y transita la vida.
Ojalá se convirtiera en libro físico para poder leerlo: sus anécdotas, sus vivencias, conforman nuestra historia.
Esta pandemia logró que nos reuniéramos a escucharlo, y a aplaudir su humildad de entregarlo por páginas, pero con la valentía de quien ha vivido y deja huella en su escritura, de sus valores, de su tiempo, de su íntegra palabra.
Un ejemplo.
Gracias, Enérico.
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