Yo pedía una hora más.
Tan sólo una en el mundo
para entrar
en la más profunda noche,
cuando los duendes
y fantasmas
despiertan la luz
de las palabras
rotas.
Pedía una hora,
una pequeña siquiera,
me fuera dada,
en contra del sonido
y el silencio.
En contra del mundo
el odio o el amor,
así pequeña como un puño
entre mis manos.
Porque justo ahora
en este invierno frío
colándose atrevido
entre mis huesos
ella venía
de lejos y de siempre
de allí de no sé qué lamento
entraba por mi ser
a interrogar
a buscarme.
Ella decía: ahora,
siempre,
habla, vamos, ven
por esta tierra,
surge como la hierba
como un muro a elevarse
entre los muros,
en esta hora final
y última ven,
dí tú la palabra
que no tienes.
Sandra Figueroa
julio 15
Me dejaste extrañada y como entre neblinas. Es decir, rodeada del poema...Bicos Sandra!
ResponderBorrarHermosas tus palabras Vera ! Gracias y bicos!!
ResponderBorrarHermoso poema, Sandra. Tu poética es para el lector que sabe, que siente, que tiene un mirada clara de la belleza y de lo interior. No se te ocurra que lo leeran muchos. La poesía es para pocos. Y algunos poemas, como los tuyos, necesitan formación, sensibilidad, talento. Gracias.
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