Tampoco hay tarde,
sino calles suburbio,
barro mojado,
trazos de hielo en la carne.
Apenas abre el sol
sientes como falta
estrepitosa la sangre entre las calles,
mientras ladra un perro,
atestiguando la humanidad.
Pero qué es esta luz cetrina,
esta ráfaga de luz
que pasa sobre la noche
y atraviesa el ventanal.
Qué ojitos miran
imaginando la velocidad
purpurina del pueblo.
Ladra un perro.
Lo demás, la vieja casa de barro,
la pobreza abisal,
trizas de silencio.
Ah esta oscuridad sin nombre
se parece a tu sepultura.
Ladra un perro.
Yo tengo que caer, señor,
tengo que caer.
Qué haré con tanta bendición
en una brillosa medalla de lata gris,
qué haré con tanta maldición en la lengua
que podría atravesar cien veces
la autopista hacia el mar.
(2013)
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