¿Puedes desdoblarte sobre el poema,
en cuantos? ¿En cuantos cientos?
¿En cuantos dos acomodas el ojo
ladeas el alma hacia qué brújula insistente,
y caes por una claraboya que alimente
o mueres de muerte alquímica
de luces infrarrojas sobre el tejado?
Afuera el yo tiembla de miedo
como un fantasma ausente
absurdo como todo fantasma.
No sé mi corazón
en qué planeta autista
quedó en silencio como es debido.
De todos de cada uno en pie
fui sufriendo en carne propia
la última palabra.
Para no recorrer la final avenida
me puse la capelina
de violetas blancas
y lloré.
Sin memoria,
el cielo inclinado sobre sí mismo,
el sur dejaba de ser
Extranjero lenguaje,
viviendo en el resto.
Sandra Figueroa
Azul cristal liquido
No hay comentarios.:
Publicar un comentario