- Sur y poema
15 oct 2024
22 sept 2024
Joan Baez
Sad eyed lady of the lowlands - Joan Baez
Into your eyes where the moonlight swims,
And your match-book songs and your gypsy hymns,
Who among them would try to impress you?
Sad-eyed lady of the lowlands,
Where the sad-eyed prophet says that no man comes,
My warehouse eyes, my Arabian drums,
Should I leave them by your gate,
Or, sad-eyed lady, should I wait?..."
16 sept 2024
15 sept 2024
Tierra
sf
Camel - Rajaz
4 ago 2024
Amanecer
X - Espace et silence
Voy hacia el muro.
Las palabras no dichas
reposan en el cálido templo de lo imposible.
Estarse allí como un náufrago
que olvida su nombre,
como si fuéramos el mismo mar
que habita al náufrago.
Entonces, la tempestad no será
el constante movimiento
sino la exactitud,
el destello de la vida.
Sandra Figueroa
27 jun 2024
Como tú. Leon Felipe- Dina Rot
15 jun 2024
Mi viejo, la escritura, la palabra.
Desde muy niña, había en casa un antiguo libro de poemas. Una inmensa antología de poesía del mundo, unas 300 páginas amarillentas, ahora sin algunas hojas y sin tapas. Estaba separado por secciones de poesía religiosa, humorística, amorosa, etc. Desde mis curiosos 8 años descubrí la poesía. Quedé totalmente admirada de la forma de escritura. Dios, tanto sentimiento allí, tanto apasionamiento y tristeza. Así empecé a leer poesía y fui abducida hasta la médula por Farewell, Bécquer, Juan Ramón, Lorca. Byron, Walt Whitman, Shakespeare.
Sigo ligada a aquellas pequeñas letras que, a esa edad, lograron que sintiera que estaba allí la verdad de la existencia; si había lo verdadero, ahí yacía. Y yo lo había descubierto, sin que nadie supiera. Me encerraba a leer casi escondida, entonces a los niños nos prohibían aquellos temas.
No había más cierto en el mundo que aquellas palabras que mostraban el interior de un ser humano. Y no había más valentía que aquella de transmitir tanta profundidad.
Cuando él, mi viejo, ya estaba muy enfermo y joven, cincuenta y pico, fui en avión a buscarlo para traerlo a Buenos Aires con mi familia, porque lo iban a operar.
Él sabía que ya no volvería nunca más a su casa en Rio gallegos. Se vistió elegante, como siempre. Cuidado. Hermoso. Quiso tomar un té, con la parsimonia inglesa de siempre. El avión iba a partir. Nosotros temblábamos sin poder pronunciar una palabra. También sabíamos que no volvería. Era el último viaje. Quiso tomar el té. “Que me espere el avión, sin mí no va a salir ” nos dijo, casi graciosamente como era su costumbre.
Y se sentó placido a saborear aquel ultimo té, en su mesa. Erguido, tranquilo, disfrutando. Luego le dijo a mi hermano ”andá arriba y traé… (al instante supe lo que era aquel “traé”) el libro que está en la biblioteca.” El presente instante de la herencia, allí en vivo, por única, por última vez.
Y era este viejo libro de poemas que me dio en la mano aquella tarde. Única herencia. Luego de terminar el té, caminamos apurados hacia la puerta para irnos, él se paró, tan erguido diosmio, tan entero, volteó hacia la puerta, mirando todo por última vez. Mi interior se quebró allí mismo, sin remedio posible.
El, de joven, 18 años, leía aquellos poemas y los subrayaba, poemas de amor, pensando en mi madre.
Continuo en aquel libro.
Aquellos poemas son mi interior, único lenguaje posible.
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Otro recuerdo con mi viejo – él había crecido con la familia, algunos eran alemanes por los años 40 - en el sur, en el Hotel La Leona *, Tres Lagos, Pcia. De Santa Cruz, con una pequeña población alemana instalada desde 1910, y también con los indios tehuelches, nómades, que habitaban en carpas entre las matas y el desierto.
Bueno, no es casual esta anécdota. Él contaba que los indios se emborrachaban y se ponían a pelear, en el bar de los tíos alemanes a punta de cuchillos. Eran altos, rudos, vestidos solo con cueros por tanto frío en el sur. Entonces venía el tío Alfredo, muy rubio él, muy alto; y comenzaba a hablarle a los indios en alemán con su voz muy fuerte, y ellos sin comprender, pero escuchando aquel vozarrón inteligible, empezaban a reírse a carcajadas entre las borracheras y se olvidaban de las peleas.
--.--
Tal vez por eso nos trasladó una ingenua costumbre de la que no hace mucho tomé conciencia. Y era reírnos de las palabras. Él nos hacía chistes, al mostrar que cada palabra en realidad podía decir otra cosa; en medio de la solemnidad del habla, había una voz disonante o graciosa que sobresalía y desarmaba todo aquello, convirtiéndose en chiste, una gracia.
Por ejemplo, una conversación que decía la palabra poca, y el preguntaba ¿Boca? ¿Dijiste loca? ¿Quién dijo ronca? No recuerdo ahora, pero sé que nos reíamos de todo aquello. Me acostumbré a este ejercicio, escuchar no solo lo dicho, sino las resonancias, consonancias. Cualquier solemnidad podía terminar en estallido de risas. El lenguaje podía ser otra cosa. Una rotura en la lengua. Un hiato. Una cesura. La realidad ya no era tal. Siempre podía decirse otra cosa, ello también nos daba una secreta hermandad, un amparo, ya que teníamos aquel secreto que nadie tenía. Todo podía terminar en un chiste, una alegría, nada podía ser tan grave. Para la mayoría de las personas las palabras no escondían nada bajo ellas. Solo eran palabras, pero nadie se atrevería a darles vuelta como si fueran un abrigo, el cual usar del revés.
Luego ya crecida, adolescente, leyendo a Neruda, por ejemplo, la que me divertía con ellos era yo. Porque ellos reían de las palabras, de chistes, pero eran muy realistas. Entonces yo les leía una poesía al ombligo, o al caldillo de congrio. Y sus caras de espanto terminaban siendo lo más gracioso para mí.
--.--
Luego el otro tema, o fundamental para escribir; JG me dijo “Escribi sobre ello. Es interesante “. Pasa que, hasta los siete años, creo, yo estaba segura de que todos los seres nos entendíamos por medio del habla. Que éramos iguales. Que, si decíamos algo, los demás nos entendían claramente. Sabían lo que nos pasaba.
Sin embargo, a esa edad descubrí que podíamos hablar días enteros, pero qué decíamos. Todo el día hablábamos. De qué. De lo cotidiano, la comida, las cosas, los lugares las personas. Pero nadie sabía que pasaba en mi alma. Ni yo en el alma de otros. Teníamos verdades que ni siquiera podíamos transmitir. Acaso el otro podía entender mis sentimientos. Imposible. El otro era un extraño, un extranjero. Yo era una extranjera para el mundo. Ya nadie podría saber qué me pasaba, ni yo podía comunicarlo. Qué decir. Que tremenda decepción. Estábamos encerrados en un universo interior incomunicable.
O sea, nadie se entendía con nadie, pese a hablar continuamente. Recuerdo que con esos ocho o nueve años empecé una especie de huelga de hablar. Al darme cuenta de que lo que decía no era importante. Nadie decía lo fundamental. Nadie sabía lo que le pasaba al otro. En definitiva, estábamos mortalmente heridos de muerte y soledad. Fue tremendo descubrir aquello y creo que definitivamente me reenvió a la escritura. Junto con aquel libro de la herencia, tal vez descubrí que si había un modo de acercarse a otro ser era mediante la poesía. Nada más que ella podía contener en su interior los sentimientos , la verdad íntima de las personas.
Solo allí el alma vibraba, podía tomar tu corazón, descubrir como piedras las intimas palabras, como ríos, vertientes de pura verdad.
--.--
Pero luego de estos recuerdos voy a terminar con este poema, canción popular que tiene varias atribuciones sin saber a ciencia cierta el autor, pero circula de muchas maneras. Mi viejo, era feliz contándola de memoria a los niños, casi cantando con mucho histrionismo que hacía que lo miraran con enormes ojos asombrados de tanta verborragia alegre.
Así eran las palabras, ese juego, esa otra cosa.
Vamos al baile
Dijo el Fraile
_No tengo ganas
Dijo la Rana
_Invitaremos al León
Dijo el Ratón
_Pero es muy lejos
Dijo el conejo
_De aquí hay cien leguas
Dijo la yegua
_¿Por qué camino?
Dijo el zorrino
_No por el cerro
Les dijo el perro
_Ha de ser un rancho
Dijo El carancho
_No tiene alero
Dijo el jilguero
_No ha de tener luz
Dijo el avestruz
_Si hay un candil
Dijo el alguacil
_Ganaremos la delantera
dijo la Pantera
_Y ¿si me aburro?
Les dijo el burro
_Si hay muchachas
Dijo la vizcacha
_Todas son viejas
Dijo la Comadreja
_Dejemos la lata
Dijo la gata
_A que me enojo
Les dijo el piojo
_Voy por la loma
Dijo la paloma
_Me duele el cogote
Dijo el chilicote
_Tengo sarampión
Dijo el gorrión
_Me duele el callo
Dijo el caballo
_Me ha roto la uña
Dijo la chuña
_Y a mí un diente
Dijo la serpiente
_Se me caen las gafas
Gritó la jirafa
_No vienen mis hijas
Dijo la lagartija
_¡Ay que bochinche!
Dijo la chinche
_¡Ay qué macana!
Dijo la Iguana
14 jun 2024
Alejandro Drewes - Reinos en la niebla, una Antología Poética (1987-2024)
3 jun 2024
AHORA
Ahora que me voy
viene el tiempo a recordarme
la sucesión de los días.
Pero tengo hambre, no más.
Si el poema me eligiera
yo saldría hacia la luz
a empapelar mi voz
con su máscara incesante.
Sandra Figueroa
29 may 2024
Te dije
Te dije que no nombraras suficiente sombra.
Ahora ha oscurecido y no encontramos
dónde quedó la llave de la luz.
Te dije que era peligroso si llovía
y un aguacero nos cubriría de diluvios por tu culpa.
Te lo dije pero no hacés caso.
hasta pulverizarla en su unidad de furia.
¡Y vos que dale!
¿No ves que el barro alcanza ahora nuestros zapatos
y no podremos salir de su simiente de lobo?
Es claro, muy claro.
El siglo nos sobrecoge despiadadamente
y ya todo lo hemos dicho.
Temblar;
leve transcurso
una hoja
cayendo hacia el vacío.
Sandra Figueroa
Omega - Morente - Lorca-
Morente & Lagartija Nick "Omega"
17 may 2024
. La aurora de Nueva York- Enrique Morente. Vicente Amigo
La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno, la aurora de Nueva York gime por las inmensas escaleras, La aurora de Nueva York tiene cuatro columnas de cieno, la aurora de Nueva York gime por las inmensas escaleras.. La aurora de Nueva York. poema de F. G. Lorca. Poeta en Nueva York
2017
9 may 2024
Viene una mujer
A Rosalba
Viene una mujer
nace a orillas del mar,
lleva el mar en sí.
Trae los hijos
que ahora pueblan los caminos.
Larga cabellera del mar
extendiéndose,
madre, madre tierra.
Ella viene a establecer:
a confundirse con el viento,
raíz y cuenca.
La palabra guía en el origen,
fundante.
En el centro somos eso:
Matria.
23 abr 2024
UNA VEZ
le oí,
lavaba el mundo,
sin ser visto, toda la noche,
realmente.
Uno e Infinito,
se destruyeron,
yoieron.
Luz fue. Salvación.
Paul Celán
(traducc. José Luis Reina Palazón)
18 abr 2024
Arianna Savall - Adoucit La Mélodie
15 abr 2024
Patria
A C.M
"¿Pero, cuánta patria necesita el ser humano?”, es la pregunta que se hace un judío también austriaco, Jean Améry, que tuvo que abandonar no solo el país de nacimiento, sino también su nombre y lengua materna para poder seguir sobrellevando la vida después del Holocausto.
La respuesta es clara, sencilla y concisa: “necesita tanta más patria cuanto menos pueda llevarse consigo”.
Como señala con acierto el profesor Eugenio Sánchez Bravo, “para un judío vienés cuya única patria era su profundo conocimiento de la cultura alemana el exilio fue una experiencia devastadora pues los nazis se apropiaron completamente de ella.
De repente, Améry, el judío, fue consciente de que jamás había tenido patria.
Una experiencia insuperable pues no puede crearse una nueva: esta será siempre la de la infancia y la juventud, la de la lengua materna”.