La última estación;
bruñidos cielos del sur, un arremolinado y surrealista gris
sostiene el cementerio de trenes.
Ellos miran desbocados,
gritando en silencio
el desahucio de una humanidad
que los ha abandonado.
Piso despacio las piedras,
entre fierros retorcidos y pastos secos,
coirones y florcitas silvestres,
hierros oxidados.
De que lejanas estaciones
los rieles desencajados
por la estepa patagónica;
aún puedo escuchar a lo lejos el traqueteo
bajo el cielo de las tardes
cuando todo era movimiento en los barrios del carbón.
Entonces un bullicio de estaciones
movían y aceleraban las calles;
ahora un gris cementerio
que los ha abandonado.
Es un instrumento musical
su corazón ,
por donde gira virando
el viento y el desierto.
entre fierros retorcidos y pastos secos,
coirones y florcitas silvestres,
hierros oxidados.
De que lejanas estaciones
los rieles desencajados
por la estepa patagónica;
aún puedo escuchar a lo lejos el traqueteo
bajo el cielo de las tardes
cuando todo era movimiento en los barrios del carbón.
Entonces un bullicio de estaciones
movían y aceleraban las calles;
ahora un gris cementerio
de engranajes,
testigos del viento.
Dios, las ventanas y las puertas,
los andenes y vagones
miran como llamándome;
y hay tanta quietud,
tanta presencia desamparada,
solo quisiera abrazarlos y llorar.
miran como llamándome;
y hay tanta quietud,
tanta presencia desamparada,
solo quisiera abrazarlos y llorar.
Sandra Figueroa
Rio Gallegos
Pcia. Sta. Cruz
Sandra Figueroa
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