¿Quién, si yo gritara, me escucharía entre las órdenes angélicas?
Y aun si de repente algún ángel me apretara contra su corazón,
me suprimiría su existencia más fuerte.
Pues la belleza no es nada sino el principio de lo terrible,
lo que somos apenas capaces de soportar...
«Las elegías de Duíno» Rainer María Rilke
Desde otro lugar, tambien la ultima semana, fuimos a despedir a JG, a su última morada; que conocemos. Seguro el estaría viéndonos.
El día no podía ser mas frío, la mañana helada, el gris sobre toda imagen:
"No entres dócilmente en esa buena noche..."
Yo no dejaba de mirar; y para quien va por la vida, registrando lo posible, urge la cámara su testimonio.
Tamaños grises casi góticos, entre árboles, piedra y soledad. ¿No sería tu paisaje? ¿Vos no hubieras tomado fotos ?
Cualquier duda moral se desvaneció cuando vi este inmenso ángel casi viniendo del cielo a posarse aquí.
¿Era el terrible ángel de la belleza de Rilke, el de Lorca, apareciendo en fugaces y luminosos momentos, el ángel de la poesía, la sumatoria de ángeles a quien pedirle por vos, por todos, por la vida?
Ya no tuve dudas y aquí lo traje, por si está en su poder la raíz de la belleza, el acompañamiento, la custodia en el idioma poético.
Ya al salir una columna de árboles otoñales y helados dibujaban el cielo, ví la distancia hacia el afuera, el angostamiento hacia la luz, la caprichosa perspectiva que armaba el paisaje.
Adentro, quedaba el Angel ...
De La noche sagrada. Javier Galarza
Sandra Figueroa
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