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A .Natalia Litvinova
A Javier Galarza.
Ahora pensaba que íbamos a entrar en el tiempo,
en sintonía con el augurio de los días que pasan.
Vos no entendías que la armonía
llega hasta los suburbios
para tomar viaje entre aviones y transeúntes.
Algunas veces, cuando llega hasta la Boca
visita a la luna innombrable,
que vive haciendo pie
sobre un cuadro de Chagall y luna llena,
sembrada de raíces, verdes,
y tomates.
Cuando pude entrar en la imagen nocturna,
supe que allí
nacían los vestigios de Verlaine y Hölderling.
El buscaba la nieve susurrando a Bonnefoy
y sus niñas prostitutas.
Por eso también tuvimos que hacernos prostitutas.
Algunas veces escuchaba claramente.
Otras, venía el propio Holderling,
Celán de mi mano sobre el Sena,
a continuación del Oka.
Tarusa, Borges, Marina, con Osip,
nos visitaban diariamente,
amén del río instalado en la ventana
que Juan L. se puso a bordar
las noches en que abandonaba el paisaje.
Y Bustos, el Hospital Británico,
todo, como los mirlos de Stevens,
que logré colgar en relojes multitudinarios,
para que arroparan de una vez por todas,
los carteles en blanco de las calles.
Sandra Figueroa
Infinitas gracias, Natalia y Javier,
Cecilia, Maite y Pablo.
18 feb 2015
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