en el que bajo el sol de la mañana habían brillado las bayonetas y las humaredas,
se alzaba ahora una bruma impregnada de humedad y humo,
y se percibía un extraño olor acre a salitre y a sangre.
Pequeñas nubes se acumularon y empezó a caer una fina lluvia sobre muertos y heridos,
sobre hombres espantados, exhaustos, vacilantes, como si les estuviera diciendo:
«¡Ya basta, ya basta, humanos!… Parad… Recapacitad. ¿Qué estáis haciendo?»"
León Tolstói, "Guerra y paz"