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6 jul 2025

O meu país -Luar Na Lubre

Para el Poeta Carlos Penelas: 
5 o 9, por esos días llegábamos...





...Que quece na lareira,aló na carballeira
bota a rir
e unha folla no vento,alento e desalento
o meu país

O meu país,tecendo a sua historia
muiñeira e corredoira,acocha a sua verdá
o meu país saúda o mar aberto
escoita o barlovento,e ponse a camiñar...


Music: Miro Casabella
With Vocals: Sara Vidal
Lyricist: Xoan Manoel Casado

2 jun 2025

"Soliloquio del desvelo", de Carlos Penelas & Lectura de poemas por Rocío Danussi



"Yo, Carlos Tomás Penelas Abad, hijo de don Manuel Penelas Pérez y de doña María Manuela Abad Perdiz, hermano menor de Roberto Marón, Raquel María, Nilda Marta y Fernando Abel, nieto de Pedro, Tomás, María y Adelaida - aldeanos analfabetos - vengo a decirles que escribí un poemario: Soliloquio del desvelo ..."


Presentación de Soliloquio del desvelo
Centro Galicia de Buenos Aires 
by Carlos Penelas - 
Jueves 22 de mayo




24 mar 2025

Soliloquio del desvelo. Carlos Penelas & Retrato. Lectura de Carlos Penelas








Soliloquio del desvelo
by Carlos Penelas
Buenos Aires, 2025.
Editorial Dunken.









 Retrato


Acuérdate. Es tan sólo una imagen.

Flotabas por encima de la parra

en la felicidad de un tiempo.

El niño y tú eran uno en esa tarde

que flotaba por encima de los techos.

El niño tenía siete años y era feliz en ese patio

envuelto de voces castellanas y gallegas.

Rodeado de reyes, de naves, de corsarios.

Era feliz en una isla desierta, en el lejano oeste,

en una nave espacial alrededor de la luna.

Ahora hay un hombre sentado ante una mesa,

inclinado sobre libros y papeles,

con una pipa en la mano y humo holandés.

Escribe unas líneas ante un niño

que una tarde soñaba por encima de los techos.


Carlos Penelas


29 ene 2025

Autobiografía íntima / Carlos Penelas

                               A Emiliano y Lisandro


He soñado ser campanero mayor de la catedral de Toledo.

Vestí sayo rojo y calceta blanca como miguelete del rey Fernando VII.

Navegué con Jasón y los argonautas hasta la isla de Lemmos.

Odiseo me reveló un pergamino sánscrito en Etolia.

Estudié los toques de campana en Santiago de Compostela.

He sido amante de Doña Isabel II y de la Gran Duquesa Olga.

Mónica Vitti cenó conmigo en el Ristorante Fiammetta.

Fui amigo fraternal de Pérez Galdós y de Lope de Vega.

Fui desertor de una mazmorra musulmana.

Combatí al moro y al general Queipo del Llano.

Conversé con Tolstoi, Orwell y Chesterton.

He compartido la libertad y el absurdo en Camus.

Hice un estudio detallado del Libro del Conde Lucanor.

Conocí a Juancito Díaz y a René Cóspito en la Confitería La Ideal.

En el London City de Avenida de Mayo entrevisté a Kaurismäki.

En estas tierras fraternicé con Sarmiento, Alberdi y Lugones.

De adolescente visité a Borges, a Franco, a Molinari.

Fui lector de Salgari, de Dickens, de Dumas.

En la Biblioteca del Maestro hablé con Thomas De Quincey.

Sentí lo infame de nuestra historia en Rosas y en Perón.

Estudié latín, astrología, náutica.

Visité una tumba en Stratford-upon-Avon.

Caminé las tierras de Pasolini, de Pirandello, de Lampedusa.

Estuve en el cementerio de los capuchinos de Palermo.

En Mompracem amé a Mariana para toda la vida.

Me oculté tres días en el Museo Pushkin de Bellas Artes.

Recorrí el mar Báltico; Finlandia, Estonia, Letonia.

Lloré en una aldea de Galicia. Lloré con Cervantes.

Admiró a Chaplin, a Felllini, a Visconti, a Ford.

También a Wells, Hitchock, Bergman…

Viajé con Sebastián Elcano en la nao Victoria.

Debo confesar que nací en la calle Mariano Acosta.

Jugué al fútbol en potreros arcanos y esparcidos.

Con primos y hermanos el fervor en la Visera.

Soy de raigambre gallega: A Coruña y Ourense.

Evoco las casas de Piñeyro, en Barracas al Sud,

la Biblioteca Popular Veladas de Estudio Después del Trabajo

soñada por socialistas y anarquistas.

Memorables la voz de padre, la mirada de madre.

Ahora cavilo en un niño que leía a Daniel Defoe

en un patio con malvones desde una luz dispersa.

Ondulante, con aliento perezoso, distraído.



Carlos Penelas


Buenos Aires, 22 de diciembre de 2023


http://www.carlospenelas.com/

12/23

18 feb 2024

Diario interior de René Favaloro - Carlos Penelas

 Prólogo a la tercera edición

En la tarde del 29 de julio de 2000 el Dr. René G. Favaloro se quita la vida. A las pocas horas del suicidio entraba a su departamento. A las 19:30 de ese día realicé la conferencia de prensa en la puerta de la clínica para informar a periodistas de diversos medios nacionales y extranjeros. Al mes renuncié a la Fundación. La carta documento se hizo pública. Han pasado veintitrés años de esa tragedia. Las nuevas generaciones desconocen quién fue éste médico que cambió la cardiología mundial, que luchó denodadamente por un país mejor, que trajinó día y noche para combatir la corrupción, la demagogia o los caballeros con chalecos y miradas arrogantes. Su nombre lo leemos en el panteón de los grandes médicos de la humanidad. Un ser honesto en un medio hostil, adverso. (Recordemos: Premio Gairdner de Canadá Luis Federico Leloir, César Milstein, René Favaloro). Fue un hombre ético que creyó en utopías. No llegó a advertir que la sociedad se trastocaba notablemente. Cuando fue consiente de aquello que lo rodeaba tomó la decisión. Tal vez contradictorio, complejo sin duda. Pero al decir de Camus: “No hay más que un problema filosófico verdaderamente serio, y ese es el suicidio”.

Desde su muerte Argentina cayó en la oquedad, en rostros insustanciales, en una mediocridad insultante. Crece el analfabetismo, el chantaje moral e ideológico aparece en cada esquina, en cada institución. Todo se ha impregnado de crímenes, delitos, robos, símbolos hueros; la fábrica de pobres no tiene límite. La decadencia forma parte de esta cultura medieval-feudal. La obsesión por los muertos, el cinismo, los rituales plenos de barbarie, el paternalismo, la vocinglería política cubre la vida cotidiana. Y el hambre y la desocupación. El dogma – como todo dogma – parece irrefrenable. O tal vez no, en veinte o treinta años estamos hablando de otro país, de una sociedad renovada. Hoy no, ni mañana tampoco.

Cuando escribí este libro el dolor y la angustia me invadieron. Recordaba su voz, sus gestos, su mirada. Recordaba fotografías de ambos en conferencias suyas, en su escritorio o en presentaciones de mis libros de poemas. Evocaba los tiempos de amistad, de intimidad, de trabajo, de lecturas, de proyectos. Muchos años compartiendo confesiones, elaborando ideas, concretando cosas imposibles en un país que lentamente se desmoronaba. También evocaba risas, comidas, anécdotas de nuestras historias, de nuestras familias. Hablábamos de fútbol, de escritores, de científicos, de nuestras madres, del cine italiano, de mujeres. Preocupado siempre por la indigencia, la educación y la salud. Cuando escribí este libro pensé que era una forma de reseñar ideas, conductas de un hombre que creía en la libertad, que aspiraba a un país sanmartiniano, un país como soñaron Sarmiento o Alberdi. Reitero, un ser noble e intenso.

Esta tercera edición, con algunas páginas inéditas, pienso que es un intento de recuperar esperanza. Esperanza de sus convicciones, de sus certezas. El desenlace del querido amigo tiene varios derroteros. El libro, entre otras cosas, emplaza senderos, susurros, indicaciones para el lector atento. Aproximo a la memoria una cita de Unamuno, autor que ambos admirábamos y discutíamos. “Hay que sentir el pensamiento y pensar el sentimiento”.

Carlos Penelas

Buenos Aires, enero de 2024



Tal vez la vida, la obra, la muerte y la inmensa ética del Dr. René Favaloro sean temáticas que todavía no podamos abordar demasiado. 
Ello obligaría a un trabajo de introyección, de hondo cuestionamiento a nuestros actuales valores y no sé si estamos preparados. 
Nuestro tiempo demasiado efímero y virtual debiera detenerse para ello; reflexionar. 

Será por eso que Carlos Penelas, con una profunda generosidad  publica este libro en forma libre, para el acceso de quienes estén interesados en adentrarse en este bello camino que han sido sus años de fructífero trabajo y amistad junto al Dr. Favaloro.

No queda mas que acompañar ese camino en el que se puede entrever el lazo de afecto, solidaridad, poesía y ética que han compartido por tanto tiempo.

Gracias Carlos Penelas por este acto de dar luz, dar a luz, este libro de vida que es "Diario Interior de René Favaloro".


Sandra Figueroa

13 oct 2023

Israel

 
Al nombrarte evoco a mis amigos.
Te revelé en libros, en salmos,
en los hombres de ciencia, en páginas
de amor, confesiones o utopías.
En mi niñez se hablaba de ciudades,
de diásporas, de campos de concentración,
Y guerras, muerte, estepas;  éxodos y estigmas.
También del escarnio, de la abominación.
En mis mayores escuchaba nombres venerados:
 Gustav Landauer, Martín Buber, Salomón Rapoport.
Babilónicos, persas y romanos
invadieron tierras bíblicas en el emblema de la llama..
Luego el holocausto, el genocidio, el horror.
Pero hoy necesito recordar cenas, risas, bailes.
Madres que deciden un destino.
Rememorar rostros, candelabros.
 Hoy siento símbolos; la menorá, las hamsás,
 la cábala, el arca, el coraje.
 En la paloma y la rama de olivo,  el mito.
En el tiempo, en la tarde de una flor abierta.
Y el aire moviéndose en el cielo
desde el silencio amatista de la orilla.
Ahora estoy sentado en un banco de niebla.
Y el desamparo es una sombra en la mirada.
 

Carlos Penelas
Buenos Aires, 11 de octubre de 2023


Synagogue floor, Unknown, Byzantine Period, 5th century CE - 
 The Israel Museum, Jerusalem

20 jun 2023

Historias del fuego

 

"Como una mujer joven dormida en la tormenta,
como una anestesiada sobre la tierra esférica"
Juan Rodolfo Wilcock.


De joven leí que Luciano de Samósata
cuenta que Arquímedes incendió en Siracusa
los bajeles romanos. También descubrí
que Proclo, en Constantinopla,
incendió la flota de Vitaliano.
De adulto descifré en estas tierras
otros ultrajes, otra tiniebla del puñal.
Caudillos, montoneras, indiadas.
Incendios de la turba,
inciviles desafiantes y bárbaros.
Después, seres primitivos olvidaron la palabra.
Balbuceaban consignas, libraban estandartes,
machacaban el eco de un tirano.
Hoy comprendo que tahúres y hordas
conflagraron Buenos Aires.
Ladinos han despojado el sueño,
el prodigio del candor o la memoria.
Son parte de nuestra mitología,
una ironía o burla del cotidiano horror.
El fuego ardió en Londres, en Roma,
en la Biblioteca de Alejandría.
Y en el Templo de Artemis.
Aquí el fuego es menos noble, menos alegórico.
Sólo agonía, penumbra, ocaso.


Buenos Aires, junio de 2023


Emiliano Penelas

http://www.carlospenelas.com/

16 abr 2023

Poesía Esencial - Carlos Penelas


Hace unos días, hablábamos del habitar.
El habitar del poeta.
Y es otro planeta, no es el mismo diario, entre innúmeras  violencias, violaciones, 
injusticias, mal habidas, todas.
¿Pero donde habitamos?
¿En la patria del poema, exiliados, errantes, taciturnos?
¿En la palabra?¿En el texto?
¿En los poemas de otros, extranjeros, cósmicos?
En otros cielos, claramente.
Otras voces nos hablan y nos dicen, nos ubican tan lejos y tan cerca;
otros caminos errantes el camino.
El ultimo jueves, Carlos Penelas me regala su nuevo poemario, Poesía Esencial. 
Quisiera describirlo, intelectual; y soy autodidacta. Silenciosa.
No obstante, leyendo sus poemas siempre me pregunté cual es el pais que habita Carlos.
De donde sus metáforas casi etéreas, en un mar de tinieblas donde las palabras son pájaros levemente sobrevolando las estaciones  invisibles de su patria:
el pasado, la literatura, el amor, libertad, la tierra: Galicia, los mitos, la ética -esa insurrección- nuestros inmigrantes, el paisaje, la ternura. 
Me atrevería a decir que es allí donde habita, esa es la materia de su lenguaje. 
No podría decir mas tan solo admirar aquellas nubes casi silenciosas que pasan por la realidad dejándonos entrever ese mundo fantástico y real a la vez, por donde él transita con la verdad de su tiempo y de su vida.

Gracias maestro, Carlos Penelas.


DE LA NIÑEZ


Miro las imágenes.
Veo la rueca, la nieve, los espejos.
Miro las botas rojas, el mar,
La ballena, la barca. Descubro un sello 
con la daga sobre una capa oscura.
Hay una cruz, un bosque, una cesta.
Otra rueca y caminos que llevan
a una torre del castillo con fantasmas.
Ahora otro mar, otra nave, un malayo.
También me maravillan la reina,
una bella durmiente, el vizconde.
Y un caballo blanco, sorpresivo.
Esto miro y descubro en los libros
la infancia que regresa.
Y no deseo despertar
porque mi madre acomoda la almohada.



PREGUNTAS PARA LA AMANTE DE UNA MAGNOLIA

 ¿Acaso fui yo quien sintió
el hálito o el destierro
de una memoria desprendida?
¿Acaso la lluvia percibe la inquietud
de su voz llamándome del lecho?
¿Está en el aire, en su capelina azul,
en su sonrisa? ¿O tal vez la percibo 
al evocar la soledad de un bosque
-desprende luz y beatitud-
mientra cerrabas los ojos, buscándome?
¿Es esta la amada espléndida?
Y mi alma suspensa, temblorosa.


LOS HERMANOS.


Hoy estuve con mis hermanos,
un sueño encontrarme con ellos.
Generosos, nobles. Soy el menor.
Hablan con cariño, sonrientes.
Una de mis hermanas y mi hermano
muestran sus ojos clarísimos, celestes.
La otra como yo los llevamos castaños.
Se los oye mencionar utopías, bosques.
Una, emocionada, nombra a Soldi.
Otra a Tennessee Williams, el gótico sureño.
El hermano mayor revive Los pazos de Ulloa.
En un momento convocan a mis padres.
Tan buenos, tan nobles, tan muertos.



DE LA QUIETUD PERECIBLE

No es fácil invocar el abandono.
Es un símbolo errante, intemporal.
Tal vez sea el hechizo de una mitología
pero debo preguntar lo irrevocable,
la incertidumbre de los cielos.
¿Qué es la muerte, de dónde llega,
en cuál mar abruma la clepsidra?
No hablo de callejas ni de bibliotecas.
No hablo de epopeyas cotidianas, íntimas,
o de plegarias cobijando el azar.
Ni del amor perdido en unos ojos.
Sucede, padre, que hubo cosas 
que pasaron a mi lado sin que las viera.
¿Qué he de decir, entonces?
¿Qué alba o brújula o ventura circular
puedes responder desde la nada?
Tu soledad ¿Está lejos de este aliento?
Late mi pulso. Y la tiniebla crece.


27 ago 2022

POEMA







Escribir en carne viva
desde el espacio y la fatalidad
de esta tierra
sin dicha ni esperanza.

Para quien busca la libertad
es demasiado desamparo.






Carlos Penelas
Buenos Aires, agosto de 1991





7 jul 2022

De la niñez


Miro las imágenes.

Veo la rueca, la nieve, los espejos.

Miro las botas rojas, el mar,

La ballena,  la barca. Descubro un sello

con la daga sobre una capa oscura.

Hay una cruz, un bosque, una cesta.

Otra rueca y caminos que llevan

a una torre del castillo con fantasmas.

Ahora otro mar, otra nave, un malayo.

También me maravillan la reina,

una bella durmiente, el vizconde.

Y un caballo blanco, sorpresivo.

Esto miro y descubro en los libros

 la infancia que regresa.

Y no deseo despertar

porque mi madre acomoda la almohada.



Carlos Penelas


http://www.carlospenelas.com/

29 may 2022

Correo de lectores. Carlos Penelas



El diario de hoy 29/05/22
con palabras, suscribe.
Con historia, con don Manuel. 
Con DNI por si hace falta. 
Un poeta. Carlos Penelas.

26 mar 2022

UCRANIA

 
Una vez más la muerte.

Una vez más el espanto
se ha aliado a las patrullas,
a las sirenas, a la guerra.

Y llegan impostores, discursos
con voces que siembran el terror,
la pesadilla, el llanto; la fugitiva
sombra de lo atroz, el rumor penetrante.

Y no hay elección ante los gritos,
el dolor o la mirada. Sólo oquedad.

Y, sin embargo, nadie está solo
en la agonía y el pánico.
Entonces retumban los disparos,
la orfandad, otro siglo con odio.
Una vez más el animal acosado.

La herida es la iniquidad de la esperanza.


Carlos Penelas
Buenos Aires, 27 de febrero de 2022

   PÉSAME

Pesa  en tu  justa Balanza
Señor, de un planeta
la sombra girante
que ayer fuera tan verde
Y las plumas de cada
pájaro en caída
libre pesa y los gritos
de dolor y de rabia
el humo que corona
las  vastas bibliotecas
desde Alejandría
a Sarajevo y Damasco

Y el fiel aquilata
Señor, sobre el terror
de los  niños y luego
entre los escombros
de las catedrales
antiguas de Ucrania   

Y líbranos del Mal


Alejandro Drewes

16 mar 2022

... un crimen contra la paz. Carlos Penelas

 


Hoy Putin, el líder autócrata, bombardea sin piedad Ucrania. Es un crimen contra la paz. Hay admiración en muchos por la autoridad férrea, el control de los medios y las redes sociales. Aquí y allá. La demencia, lo ideológico, lo económico, lo racial forma parte del poder. La permisividad de este gobierno justifica la invasión rusa como suele justificar los delirios cotidianos. Permanentemente se invierte el espejo: lo vemos con Cuba, Venezuela, China y en tantas republiquetas bananeras con camellos y moros. Y el turista subnormal disfruta de palacetes, hoteles y natatorios. Descubre lo exótico y se siente realizado. Selfie y a la cama. El deporte también está impregnado de falsedades y pantanos.

Frente a esta consternación anida (sin pudor) la hipocresía, la corrupción, los mercados opresores, cierta suerte de libertinaje en la cual droga, mafias, funcionarios y muchedumbre juegan al gallito ciego. Es parte de la historia, de las sociedades, se me dirá. De acuerdo. Hoy regresamos con un artículo publicado hace años donde anticipamos algo de este maremoto. Sabemos de sobra que hay seres que adoran dictadores; los idolatran. Lo peor siempre abreva en estas aguas. Y no les importa inquisiciones, campos de concentración o torturas. Son seres humanos: votan, comen, se duchan, cobran planes sociales o hablan por televisión como si supieran. Forman la chusma, en donde habitan profesionales, crupieres, malabaristas, jugadores de ludo, empleados, señores y señoras, estudiantes progres y jubilados. A veces mayoría. Intente escuchar luego a Sonia Wieder Atherton. Puede ser las Suites para violoncelo de Johann Sebastian Bach o Kaddish-Chants Juifs que la poeta Sandra Figueroa me hizo conocer. Ahí va la nota de hace dos o tres años:

https://palabrabierta.com/resiliencia-y-estulticia/



12 feb 2022

NUNCIOS, FAVELA Y CARNAVAL-Carlos Penelas

 

Estamos con el populismo hasta la coronilla. Es la fe, la irracionalidad, la pata de conejo. En el desayuno, en el tren, en el baño, entre las sábanas, en las plazas, en los asesinatos, en los robos, junto a la silla de ruedas de la abuela, en los museos, debajo del pan, en el escalafón de los oficinistas públicos, en la popular y nacional mirada del comentarista de fútbol. Todo es interminable y confuso. Y allí, en esos fragmentos, en esos intersticios, el latrocinio, el engaño, la mentira, la tercera posición, el alineamiento, la enajenación, el embuste desembozado, lo desconcertante, el bonapartismo.

Y dale con el bombo, con el llanto, con el chori chori pan. Idiosincrasia, cepas, virus, contagios, borrachera. Guiso y dale otra vuelta. Y puede ser un porro y puede ser la birra. Prebendas, banderines, gorros, vinchas. Se recrea la historia, las fotos, las inundaciones, las villas, las proclamas, los barra bravas. Departamentos en Puerto Madero, no en Recoleta. Bueno, a veces sí.

Y llegan los que mandan, los que obedecen, los héroes, los mártires, los apósteles. Iras y resentimiento. Y los intelectuales que explican lo inexplicable balbuceando, citando a Marx, a Chayanne o a Angelus Silesius. Huelen a lumpen, a racistas. En el fondo odian el conocimiento, odian a los judíos, a los europeos, a los filatelistas, a los rubios y a los senegaleses.

Y dale que te dale y dale que te doy. Y llega la eternidad, la visión, lo infinito. Nos embalsamamos, nos amamos, nos hablamos para siempre. Y somos burros y viva la Santa Federación. Y el chori chori chori y el chori chori pan. Y dale con la Revolución cubana.

Lo vengo advirtiendo desde hace décadas. Llegó la hora de desconfiar del hombre que se lustra los zapatos antes de ir al Parlamento o a la Casa de Gobierno o a Tribunales. Desconfiar de la señora que va a la peluquería, a la iglesia o al camposanto. Desconfiar de ministros, de diputados, de senadores. Y del presidente del consorcio. (Y, si fuera poco, el Santo Padre renunció al llamado del Espíritu Santo). Desconfiar del secretario que es oficialista y ahora tiene dos automóviles, un country, tres casas, un avión y una avioneta, tres amantes y dos sobrinos. Que se separó de su mujer que tiene un velero, un yate y un ovejero alemán a su nombre. Desconfiar de aquellos que no vieron Buenas noches, y buena suerte, de George Clooney, desconfiar de los que la vieron.

Desconfiar de los exguerrilleros, de los exobispos, de los examantes, de los exgobernadores, de los exmilitantes que decían carajo y de los exmilitantes que decían patria si, colonia no. De los leones herbívoros y de los otros. De los populistas de derecha y de los populistas de izquierda. De los que dicen que “el tránsito es anárquico” y no dicen que “el tránsito es liberal o neo liberal o conservador o marxista-leninista”.

Desconfiar de los manifestantes que hablan de revolución. De academias, de médicos que se vinculan con laboratorios, de científicos que investigan en centros privados, de los privados que educan a hijos subnormales, de los que niegan las dictaduras, las torturas, los crímenes, los robos de niños, los fusilamientos, las vejaciones. De los que vieron y callaron, de los que se hicieron los distraídos, de los distraídos, de los muditos, de los cieguitos. De los que robaron en nombre de los derechos humanos y de los otros. De aquellos que se hicieron revolucionarios de la noche a la mañana. De los pederastas de la Santísima Iglesia del Aborto de los Siete Suspiros y de los militantes de la vida. Un apotegma: todos los argentinos son peronistas.

Desconfiar de mí, de los abogados, de los jueces, de los medios. De aquellos que los defienden y de aquellos que los atacan. Debe desconfiar de la chiquita de la minifalda y del papá de la chiquita. Debe desconfiar de la modelo top y de la mamita de la modelito. De la actriz porno y de la otra, de los supuestos intelectuales y de los barrenderos, de los honorables caballeros del club y de las putas de barrio norte. De las putas finas y de las otras.

Todo se ha mezclado: populistas y liberales, estalinistas y pedófilos, víctimas y verdugos, retratos, mausoleos, frentes y contrafrentes. Todos viven juntos en el mismo country. Hay un banquero que es comunista y un comunista que se hizo empresario. Forman parte de este caldero. Desconfiar de la comedia gringa y de la tragedia, del hambre y de la comercialización del hambre, de los sindicalistas y de los empresarios, de la contraofensiva nacional y popular y de los verdugos del ejército sanmartiniano, de las honras fúnebres y de las otras.

En fin, damas y caballeros de la corte, hombres de buenas costumbres, profesionales correctos, usureros desvergonzados y burócratas, esta suerte de Armada Brancaleone, digo. De bombos para el lumpen de la plaza, de los dueños de media Patagonia y los mitos de la patria liberada. Y recuerde, además, la frase que Thomas Jefferson escribió a John Adams:

…Creo sinceramente, como usted, que los establecimientos bancarios son más peligrosos que los ejércitos tradicionales…”

Desconfíe, querido lector, desconfíe. Mi padre -un gallego que cursó hasta segundo grado en su aldea, que leyó al príncipe Kropotkin y a Stirner- me lo advirtió cuando era niño.

http://www.carlospenelas.com/

Fuente https://www.galiciaunica.es/nuncios-favela-y-carnaval/

21 jul 2021

Seis poemas errantes - Carlos Penelas

 
¿Me oyes, padre, sombra o misterio?
¿Éste asteroide, de dónde viene?
¿De qué cielo de hidrógeno?
Y los silicatos ¿Qué migraciones buscan
en un mar de espejismo?







Gracias Poeta Carlos Penelas

8 nov 2020

Seis poemas errantes

 

I


Tal vez no sepa gran cosa
de las vastas hojas balanceadas
o del horizonte arrebatado de la noche.
¿Me oyes, padre, sombra o misterio?
¿Éste asteroide, de dónde viene?
¿De qué cielo de hidrógeno?
Y los silicatos ¿Qué migraciones buscan
 en un mar de espejismo?
¿Y la luz que sube
desde la melancolía y la lluvia?
¿Y mi nombre, mis ojos o mis manos
a qué espacio o cosmos regresan?
¿A cuál nada solitaria, a qué barca?
 
  
  
II
 
 
Sólo mi voz recoge el aire
dejando un mundo que acosa y huye.
En la galaxia mi silencio,
el retiramiento, la oscuridad lenta,
pequeños talismanes, laberintos,
la imagen de antiguos cuartos,
los caballos criollos de unos gauchos,
aquella fina arenilla de una playa del sur,
beatitud del grillo, sutilísimo,
desabrimiento, luz mutable,
breve rosa del sueño.
¿De qué vale el poema o la estrella
que ascienden con denuedo
si el Destino ha de golpear mi rostro?
 
 
 
III
 
Heme aquí, ante un presagio
como un pájaro cárdeno,
en el cielo de una aldea del mundo.
Lo he visto en la mirada de una mujer,
en un mediodía al caminar por el parque
acompañando la desnudez áspera del viento.
Lo he atisbado en un bazar de Barracas al Sur
entre violines y fonógrafos.
Somos parte de una clepsidra
que suelta transparencia y ocio,
la intimidad vulnerada en un follaje.
Miro los astros desde un rumor oceánico,
el amanecer de  dioses persistentes
en la ceremonia del asombro.
 
 
IV
 
 
La fugacidad toca el alba
junto a la brisa de relojes nocturnos.
Amigos, hay un temblor
de hilos en esta ebriedad de brújulas,
cierta insularidad que callamos,
momentos íntimos que parecen eternos.
Y no, tampoco es eso.
Es un leve temblor, una lámpara
temblorosa, frágil, sin alas.
O cierta mitología de la Plaza Rodríguez Peña.
¿Qué tiempo hemos descuidado,
qué soledad, qué escrupuloso julio?               
Es un hálito de la vigilia,
apenas un latido que pasa.
Y no llegamos a verlo
en la desnudez que nos sorprende.
 
 
 
V
 
 
¿Qué harás de ti, ahora,
en esta lejanía que empuja la intemperie?
A veces creo que es un sueño
de las soledades, de la luna que abandona
el desvelo por tanta inmensidad
en el fulgor de una llanura.
Sé de guerras,  de mutilaciones.
Y de horrores, vejámenes, exilios.
Sé de amantes, de cartas, de viajes.
Es cuando intento escribir
desde el vaho de la umbría
la leyenda apartada de la infancia.
Abierto, distraído, ausente.
Como un vagabundo
en una noche de verano, levísima.
 
 
 VI
 
 
Las campanas del monasterio
invocan una belleza irrecuperable.
Ensordecen el manantial, el bosque.
Entonces descubrimos a la hembra
en gracia celeste, rodeada de otoño,
de claridad suspendida, anhelante.
¿Me oyes, madre, desde tu delicadeza?
 ¿Qué espero, de verdad?
¿Cómo es el hambre, el lúmpen,
el desandar de la pobreza en la ciudad?
¿Qué desasimiento o devoción
penetra la sombra del ocaso?
Es cuando anhelo ciertas tardes,
los baldosones rojos, esta biblioteca.
Y permanezco en el umbral, despojado.
 
 

Carlos Penelas   
Buenos Aires, noviembre de 2020



--
www.carlospenelas.com

7 abr 2020

La balsa de la Medusa


Estoy en mi biblioteca.
Por la pequeña ventana miro una pared.

Sobre mi escritorio una cita de Dante,
un conjuro de la fugacidad y de la muerte.
Sé de la desolación en las calles,
de cisnes en canales venecianos,
y zorros deambulando en Trafalgar Square.
La aflicción ensombreció los caminos del Apóstol,
divinidades de invisibles designios.
Delfines en Cerdeña, miles de ciervos en Nara.
En Nueva York un fanático delirio
abandona voces impasibles.

Se cierran fronteras, laberintos, puertos.
En las villas miserias no hay agua
ni pianos ni magnolias.
Sólo desamparo y miradas tribales.
Me dicen que patrullan barrios,
que acecha el miedo, el suicidio, la bruma,
que el dolor habita en mezquinos lechos,
huérfanos de belleza y de estrellas.


Por la pequeña ventana de mi biblioteca
miro el velamen de una barca.







Carlos Penelas
Buenos Aires, 25 de marzo de 2020
carlospenelas.com

12 oct 2019

La madre. Carlos Penelas- Rocio Danussi


                                                            


Ay hijos, cómo decir 
la irradiación del cielo 
cómo explicar 
la lluvia, el fluido y la paz 
de ese mediodía....


Rocío Danussi lee el poema "La madre", del libro "Ofrenda de la luz", de Carlos Penelas en el acto en que el autor recibió el diploma como Vecino Distinguido de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires,

http://www.carlospenelas.com/2019/10/homenaje-la-trayectoria-de-carlos.html