Hay los tiempos así,
y puedo entrar.
Hay los días en silencio,
la música del espacio que nos anticipa
entre los ríos y las piedras.
Pensé que la serenidad era una cuestión
de los días y las noches,
de los astros,
su curvatura nocturna
y una leve nostalgia
acercándose melodiosa
a cantar, sólo cantar.
Aún así no habían preguntas.
No tenía tiempo, o se posaba entre las manos
como si fueran las ramas
de un árbol.
¿No es acaso el infinito esta tarde de sol y brisas?
sf
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