“El poema se convierte –¡bajo qué condiciones!– en poema de quien –todavía– percibe, que está atento a lo que aparece, que pregunta y habla a eso que aparece. Se hace diálogo; a menudo es un diálogo desesperado. Sólo en el espacio de este diálogo se constituye lo interpelado, se concentra alrededor del yo que interpela y denomina. A esa presencia, lo interpelado, que gracias a la denominación ha devenido un Tú, trae su alteridad”
AL OTRO LADO
Sólo más allá de los castaños está el mundo.
De allí viene de noche un viento en carro de nublados
y alguien se levanta aquí...
A ése quiere llevar más allá de los castaños:
“¡Polipodio y roja dedalera tengo aquí!
Sólo más allá de los castaños está el mundo...”
Entonces canto bajito como hacen los grillos,
Entonces lo retengo, entonces se ha de detener:
¡mi llamada se le atraviesa en sus miembros!
Al viento lo oigo muchas veces volver:
“En mi lugar flamea la lejanía, el tuyo es estrecho...”
Entonces canto bajito como hacen los grillos.
Mas si el fulgor de la noche también hoy es ninguno
y vuelve el viento en carro de nublados:
“Polipodio y roja dedalera tengo aquí”.
Y quiere llevarlo más allá de los castaños
– entonces no lo retengo, no lo retengo aquí...
Sólo más allá de los castaños está el mundo.
“El poema, aún en su aquí y ahora (el poema mismo tiene sólo este presente uno, único, puntual), aún en esta inmediatez y cercanía, deja que lo más propio del otro, a saber su tiempo, hable también”
Paul Celán
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