Una serenidad de domingo
Una tibieza de sol de domingo por la tarde.
Buenos Aires abriga en su seno mi corazón:
es otra la ciudad iluminada.
Adentro, cuatro barquitos y el mar en una tela
vinieron de Chile.
Es el mar de Chile que ha entrado en mi casa.
Se resiste a ser atrapado en los pinceles:
se escapan las siluetas del tiempo,
las sombras de la luz, las orillas del mar;
el tenue movimiento en que descansa el paisaje.
La imposibilidad no pacta con el deseo.
Tal vez el infinito se parezca a esta hora,
mis pensamientos no sean mas
que estos barcos danzando en el mar.
Sf
Sur y Palabra
2011
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