1 ene 2020

Elegía Valesa - Paul Celan


A donde hay más cielo debía yo haber huido 
 y el claro anhelo no se me apaga 
 de las aun jóvenes colinas de Voronezh 
 a las toscanas , que son de todos los hombres
Ossip Mandelstam , 1937

En Babi Yar no hay monumento alguno
Alexander  Ievstuschenko 1961

Conmociones, convulsiones, mudos
triunfos de recordada
media noche y noche. Solitaria, fálica
hora en la neviza.
Regina Vagina.

(Póntico una vez al margen
de la aldea de tártaros. Figura 
de arena, cabello de arena, boca de arena -:
como si yaciera, como si no yaciera siempre
una ha tiempo copulada palabra
junta a nosotros, en
todo tipo de dolores.

Yaciamos, yaciámos, yo nadaba
nuestras noches en el ojo, hacia tu ojo.
Un hacha de viento,
tu corazón estaba en el muelle, volamos
a casa detrás del agua, brillando. Una ventana
nos reflejaba, pertenecía 
a la casa de un nombre: Christian
Rokowski – Póntico,
póntico una vez. Nunca de puro
siempre. Mar
con el brillo de la taiga.

Más atrás. Hacia ti, Siempre-
cercano Perdido.

Quieto y de nuevo quieto
ojo color de éxodo,
mas suave
desde Semipalatinsk
retornada pena:
un caminante, te
vi venir. Habíamos
sobrevivido demasiado.

Peajes. Peajes del país natal. Olor
de madera en verano, al margen
de una infancia. Había
-en el libro había y bajo las hayas-
había
un aserradero en el bosque. Sobre guadabas
sobre hoces
te llevaron por allí delante: ¿cómo te llamaba,
decapitada? Tú te llamabas
Judit. Había 
un aserradero en el bosque.

Peajes y 
peajes del mas alla, Maut-
hausen*, Mil
escaleras, allí
delante vino un paso, un ojo, diverso,
estaba en la raigambre
y los tubérculos, miraba
el campo, - es
una planta, sabes,
está,
está
en lo alto del genital judío, quien
la ha visto, a ése -
a ése en cuanto la vuelve a ver, cuando
se mira así mismo, a ése
le florece un alma en el 
ojo de su alma.

Yo he visto el alma, ella vino,
ojivagando vino, abierta,
vino 
con aquel
inequívoco presentimiento, una luz,
una luz diez veces apagada, clara
la llevaba en su seno, libre
como hermana se fue
ella el camino de sombras arriba, el milcamino
el de los peajes, el 
no visto – Extraña tú, In-
desviable. Seno de luz.
Salve
Regina.

Yo he visto el alma, la otra, vino
con el juramento,
el jurado a las mil escaleras:
ligera,
así me arrojó ella lo 
grave sobre el umbral. Con ella
dormí con mi fe.
Ella vino-
y mintió yéndose
a los juramentos
y criaturas suplantados.
Hay una planta – ve,
ve, búscate, tú tienes
mi contrición, la
tienes: tienes
mi bendición.
Vale
Vagina.)

Conmociones, convulsiones, mudos
triunfos de recordada
medianoche y noche. Siempre-
cercano Perdido, aquí,
hoy. Viaje de 
Viernes
Santo contigo, bajo
agujas de enanada
desesperación. Raron.
                                                                         

Paul Celán



Gracias Javier Galarza. 

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