22 may 2022

Srečko Kosovel


RITMOS AGUDOS

Yo soy el arco roto
de un círculo.
Y soy la figura partida
de una estatua.
Y la opinión tácita
de alguien.
Yo soy la fuerza
quebrada por la agudeza.

Como si anduviera
sobre puntas,
cada vez se me hace más dura
tu tranquila cercanía.




UNA FAROLA EN LA CALLE

¿Para qué ser hombre si te es difícil
ser hombre? Conviértete en una farola
de la calle que en silencio extiende
su luz sobre el hombre.
Sea lo que fuere lo que es
siempre es él con rostro humano.
Sé bueno con él, con este hombre,
e imparcial como la farola
que alumbra en silencio el rostro del borracho
y el de los vagabundos y estudiantes
en una calle solitaria.
Sé una farola si no
puedes ser hombre;
porque es difícil ser hombre.
El hombre sólo tiene dos manos,
pero debería ayudar a miles.

Sé por eso una farola de la calle
que alumbra a miles de rostros alegres,
que alumbra al solitario, al errante.
Sé una farola de sólo una luz,
sé hombre en un cuadrado mágico
que transmite señales con su mano verde.
Sé una farola, una farola,
una farola.

(traducción Santiago Martín
de poemario Integrales) 


Extasis de muerte

"¡Todo es éxtasis, éxtasis de muerte!
¡Oh, torres doradas de Europa, decadente!
Oh, cúpulas níveas (¡éxtasis total!)
Un hirviente caldo de rojos es el mar.
Se embriaga de ocaso con el sol que muere,
El hombre europeo, ya muerto mil veces.
- Éxtasis total, éxtasis letal. -

Qué bella imagino la muerte de Europa:
Cual reina en oropeles, rodeada de pompa
Yacerá en la oscura tumba de los siglos;
Morirá en silencio como si cerrara
Sus dorados ojos, una reina anciana.
- Éxtasis total, éxtasis letal. -

Una nube púrpura y ardiente en el ocaso,
(El último rayo de luz para Europa)
Baña de sangre mi hastiado corazón.
Y ya no queda agua; no hay agua en Europa
Y ya bebemos sangre los hombres de estos días,
Sangre de unas nubes dulces y tardías.
- Éxtasis total, éxtasis letal. -

Recién nacido, ya ardes en las llamas del final,
Los mares están rojos, colmados de sangre,
Los lagos, sin agua, son lagos de sangre;
No hay agua que lave las culpas del hombre,
Su sucio corazón; que limpie su nombre.
No hay agua que sacie la sed devoradora
De una nueva vida y una fecunda aurora.

Ya todo es ocaso y no habrá mañana
Hasta que no muera el último culpable
De tamaño crimen
Y no quede nadie…

¿También sobre esta tierra, sobre ésta también,
Arrojarás ardientes, sol del ocaso,
Tus rayos letales? ¿Sobre ésta también?

Un sangriento mar, ardiente y postrero
Inunda la campiña, verde, vegetal…
Ya no hay salvación, criminal raigambre,
Hasta que no caiga el último mortal,
Hasta no caer también nosotros dos
Bajo el peso denso de este mar de sangre.

Y el sol derramará su rayo postrero
Sobre nuestro yerto cadáver europeo.

(Traducción: Lorenzo F. Štrukelj)

Srečko Kosovel (1904-1926)



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