Dice. El me dice.
Aclara lo oscuro. Y llega al fondo.
Me dice, le digo, que somos
pasajeros del mismo tren.
Que somos compañeros de este viaje, no de otro.
Hablamos al pasar. Nada tiene importancia.
Es este viaje y no otro.
Somos compañeros de ruta, eso. Ahora.
O tal vez ya lo hemos sido.
Pero yo tengo sueño,
porque no sé y sé.
Mi corazón es el que no sabe,
de trenes, rutas y distancias.
Las palabras sí lo saben.
Mi corazón es ignorante.
S. Figueroa
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