Decime al borde que estás ahí,
tirando de la cuerda
para que no nos ahoguemos vos y yo.
¿Como otras veces, recordás?
Siempre al borde,
casi casi precipicio,
que vos tiras tu mano,
ahogándote como sabes hacerlo;
yo ahí, pequeñita,
casi al principio de no ahogarnos.
Vos te embarcas en mi alegría,
y yo trepo árboles y manzanas para verte sonreír,
ahí nos descubrimos:
todo es tan nuevo, recién nacido.
Por eso, digo.
Decime que estás ahí,
tirando el borde del hilo,
yo me acerco, dale.
Es el mismo brillo
que nos emparenta en la alegría
y vos que sí, que montañas y rutas aceleradas,
y ese micrófono abierto
para dar cátedra de sueños;
y yo, silencio para oír
el latido secreto de la humanidad.
Por eso te pedía,
casi concretamente, dale.
Sacate,
sacate el nombre de una vez
y dale que oímos y oímos
como late esta noche el universo.
S.Figueroa
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