Desde las últimas palabras del jueves pasado,
ya no tuve más que decir.
Ahora pinto seis marcos para fotografías viejas, de la vida,
a que despierten y pueblen
las paredes amarillo durazno de la escalera.
No pensaba en nada al empezar,
pero ya en las primeras pinceladas,
la madera comenzó a resistirse,
a imponer su naturaleza silenciosa.
Me llamaban las vetas de su tronco,
me empujaban en la dirección del árbol,
esa antigua memoria de bosque.
Ahora descansan sobre la mesa,
luego de las pinceladas blancas,
amarillo infancia y tenue marfil.
Ya coloridas y presentes,
han vuelto las vetas de la madera a encenderse,
llamando desde su interior:
los troncos del árbol se hacen cada vez más vistosos,
ahora crecen debajo de la escalera durazno.
(2012,
gracias a Natalia y Javier )
Sf
No hay comentarios.:
Publicar un comentario