tres a.m.
Una noche de octubre de dos mil
diesiocho,
a las tres a.m.
yo veía a trasluz de la ventana
las ramas del árbol
brillando bajo la luna
hojas, verdes y claras y negras;
creo que era un fresno,
según me dijo Nora,
las veía porque un enorme farol de neón
iluminaba potente
aunque nadie cruzaba la calle
Rincón a esas altas horas.
Fui destejiendo la escritura
hasta llegar al punto cero
de saturación.
Entonces en libertad
de la ausencia
podía inscribir
antes de que huya,
milimetricamente
esta visión nocturna.
Sf
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