28 mar 2021

La tarde...


La tarde se vuelve noche, 
la noche diamante. 

Yo me siento culpable 
de esta felicidad casi oriental, 
de esta paz inusitada y efímera. 

Acontece: 
el cielo se puebla de estrellas 
que ahora me pertenecen, 
caben como si fuera un puño 
en mis manos y mis ojos. 

Entran en el metro cuadrado de la terraza, 
pueblan brillantes los techos de la casa,
se extienden por cielos lejanos.

La noche se vuelve diamante. 

Pensaba en las Pléyades que desconozco, 
en carros tirados por tigres, 
en las constelaciones, 
en las lluvias solares, 
en el viejo Dionisio  
entrando en la ciudad 
con su carro tirado por tigres,
en el destino de la poesía.


Sandra Figueroa

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