25 abr 2021

Te hablaré de la destrucción.


 Y Monelle dijo: Te hablaré de la destrucción.

Esa es la palabra: Destruye, destruye, destruye. Destruye en ti mismo y a tu alrededor. 

Haz lugar para tu alma y para las otras almas.

Destruye todo bien y todo mal. Los escombros son semejantes.

Destruye los antiguos domicilios de hombres y los antiguos domicilios de almas; 

las cosas muertas son espejos que deforman.

Destruye, porque toda creación procede de la destrucción.

Y para la bondad superior hay que aniquilar la bondad inferior. 

Y así el nuevo bien se presenta saturado de mal.

Y para imaginar un nuevo arte, hay que quebrantar el arte antiguo. 

Y así el arte nuevo parece una suerte de iconoclastia.

Porque toda construcción está hecha de vestigios, y en este mundo no hay nada

nuevo excepto las formas.


Y Monelle dijo: Te hablaré de la formación.

El deseo mismo de lo nuevo no es sino la ambición del alma que anhela formarse.

Y las almas rechazan las formas antiguas, lo mismo que las serpientes su antigua piel.

Y los pacientes recolectores de viejas pieles de serpiente afligen a las jóvenes serpientes 

porque poseen un poder mágico sobre ellas.

Porque aquel que detenta las antiguas pieles de serpiente impide a las jóvenes

serpientes transformarse.

Es por eso que las serpientes desollan sus cuerpos en el verde socavón de una profunda espesura;

y una vez al año se reúnen las jóvenes en círculo y queman las viejas pieles. 

Parécete, pues, a las estaciones destructoras y formadoras.

Construye tú mismo tu casa y quémala tú mismo.

No arrojes escombros a tus espaldas; que cada uno se valga de sus propios despojos.

No construyas jamás en la noche pasada. Deja que tus edificios escapen a la deriva.

Contempla nuevos edificios en los más mínimos impulsos de tu alma.

Para todo deseo nuevo, engendra dioses nuevos. 


Marcel Schwob

Palabras de Monelle. 

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