A C.M
"¿Pero, cuánta patria necesita el ser humano?”, es la pregunta que se hace un judío también austriaco, Jean Améry, que tuvo que abandonar no solo el país de nacimiento, sino también su nombre y lengua materna para poder seguir sobrellevando la vida después del Holocausto.
La respuesta es clara, sencilla y concisa: “necesita tanta más patria cuanto menos pueda llevarse consigo”.
Como señala con acierto el profesor Eugenio Sánchez Bravo, “para un judío vienés cuya única patria era su profundo conocimiento de la cultura alemana el exilio fue una experiencia devastadora pues los nazis se apropiaron completamente de ella.
De repente, Améry, el judío, fue consciente de que jamás había tenido patria.
Una experiencia insuperable pues no puede crearse una nueva: esta será siempre la de la infancia y la juventud, la de la lengua materna”.
Merci bien ma chère Sandra !
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